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Washington, 14 de abril de 2025 – En un encuentro marcado por elogios mutuos y firmeza en política migratoria, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, recibió con todos los honores en la Casa Blanca a su homólogo salvadoreño Nayib Bukele. La reunión dejó claro que la sintonía entre ambos líderes va más allá del protocolo: comparten una visión de “tolerancia cero” frente al crimen y las pandillas.
Durante la cita, Trump evidenció su admiración al presidente Bukele y le agradeció por aceptar la reclusión en El Salvador de cientos de migrantes deportados por EE.UU., muchos de ellos venezolanos y salvadoreños acusados de tener vínculos con bandas como la MS-13 o el Tren de Aragua. “Nos están ayudando. Se lo agradecemos”, afirmó Trump en el Despacho Oval, flanqueado por su gabinete.
Uno de los puntos más tensos fue el caso de Kilmar Ábrego García, un salvadoreño deportado por error, ahora recluido en la megacárcel Cecot. Aunque la justicia estadounidense ha pedido su retorno, Bukele fue tajante: “¿Cómo voy a devolver a un terrorista? No tengo el poder, ni la intención de hacerlo”.
El mandatario centroamericano dijo: “Para liberar a 350 millones de ciudadanos estadounidenses, hay que encarcelar a algunos”.
El acuerdo migratorio incluye un pago de 6 millones de dólares de EE.UU. a cambio de albergar deportados en el Cecot, un penal de máxima seguridad.
A pesar de las críticas internacionales, la administración Trump presenta a El Salvador como modelo de mano dura. Trump incluso dejó entrever que podrían seguir más deportaciones, e incluso expulsiones de ciudadanos estadounidenses si la ley lo permite.
En una relación que se estrecha cada vez más, Bukele se consolida como un aliado clave en la estrategia migratoria de Trump, mientras El Salvador se posiciona como socio penitenciario del país más poderoso del mundo.
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